A "fusión" entre o cantante - principalmente de rap - Capman e o poeta Daniel Orviz nesta composición móstranos, de novo, cómo a música ten unha gran fonte de inspiración poéitca romántica.
Ademais, Capman utiliza unha expresión lingüistica - signo de admiración -ao longo da canción como método para xerar unha maior entoación nas súas frases.. Innovador e moi bo recurso. Daniel Orviz sorpréndenos, esta vez, cunha síntese do seu grande poema.
Choquémonos, como por arte mágico en el Bukowski, un Miércoles. Pidámonos disculpas. Sonriámonos. Intentemos tirar el muro gélido diciéndonos las cuatro cosas típicas. Caigámonos simpáticos. Preguntémonos cosas. Invitémonos a bebidas alcohólicas. Dejémonos llevar más lejos. Déjame que despliegue mi táctica. Escúchame decir cosa estúpidas y ríete. Sonríeme. Sorpréndete valorándome como oferta sólida. Y a partir de ahí
quiéreme.
Sin rúbrica, pero por pacto tácito acepta ser mi víctima. Déjame que te lleve hacia la atmósfera, acompáñame a mi triste habitáculo. Sentémonos, mirémonos, relajémonos y pongamos música. De pronto, abalancémonos besémonos con hambre, acariciémonos, Desnudémonos rápido y volvámonos locos. Devorémonos como bestias indómitas. Mostrémonos solícitos en cada prolegómeno. Derritámonos en abrazos cálidos Virtámonos en húmedos océanos. Ábrete a mí, abandónate y enséñame el sabor de tus líquidos. Mordámonos, toquémonos, gritémonos permitámonos que todo sea válido y sin parar, follémonos. Follémonos hasta quedar afónicos
Follémonos hasta quedar escuálidos.
Durmámonos después, así, abrazándonos.
Y al otro día
quiéreme.
Despidámonos rígidos, y márchate de regreso a tus límites satisfecha del paréntesis lúbrico pero considerándolo algo efímero sin segundo capítulo. Deja pasar el tiempo, mas sorpréndete recordándome en flashes esporádicos y sintiendo al hacerlo un sicalíptico látigo por tus gónadas. Descúbrete a menudo preguntándote qué será de este crápula. Y un día, sin siquiera proponértelo rescata de tus dígitos mi número llámame por teléfono y alégrate de oírme. Retransmíteme, ponme al día de cómo van tus crónicas y escucha como narro mis anécdotas. Y al final, algo tímidos, citémonos. En cualquier cafetín de corte clásico volvámonos a ver, sintiendo idéntico vértigo en el estómago.
Y en ese instante
quiéreme.
Apenas pasen un par de centésimas sintamos al unísono un relámpago de éxtasis limpio y cándido, y en un crescendo cinematográfico dejémonos de artificios y máscaras. Rindámonos a la atracción magnética que gritan nuestros átomos y sintámonos de placer pletóricos por sentirla recíproca. Unidos en un abrazo simétrico perdámonos por esas calles lóbregas regalándonos en cada parquímetro con besos mayestáticos que causen graves choques de automóviles y estropéen los semáforos.
Y para siempre
quiéreme.
Dejemos que se haga fuerte el vínculo, unamos nuestro caminar errático, declarémonos cómplices, descubramos restaurantes asiáticos, compartamos películas, contemplemos bucólicos crepúsculos, charlemos de poética y política y celebremos nuestras onomásticas regalándonos fruslerías simbólicas en veladas románticas.
Y entre una y otra
quiéreme
Dejemos de quedar con el grupúsculo de amigos. Que los follen por la próstata. Pues si ponemos el asunto en diáfano solo eran una pandilla de imbéciles. Cerrémonos, y en un afán orgiástico con afición sigamos explorándonos buscando como ávidos heroinómanos el subidón de aquel polvo iniciático.
Y aunque no lo logremos. Da igual.
Quiéreme.
Para evitar que nuestra vida íntima se corrompa con óxido busquémonos alternativas lúdicas apuntémonos a clases de kárate o de danzas vernáculas juntémonos en cursos gastronómicos. Presentémonos a nuestros mutuos próceres anteriores del árbol genalógico y a lo largo del cónclave sintámonos con ellos algo incómodos mas felices de haber pasado el trámite.
Y quiéreme después. Sigue queriéndome,
continuando con el proceso lógico juntemos nuestras vidas en un sólido matrimonio eclesiástico, casémonos a la manera clásica, hagamos un bodorrio pantagruélico, y cual pájaros de temporada en éxodo vayámonos de viaje hacia los trópicos y bailemos el sóngoro cosóngoro mientras bebemos cócteles exóticos.
Y al regresar, sentemos nuestros cráneos. Comprémonos un piso. Hipotequémonos Llenémoslo con electrodomésticos y aparatos eléctricos, y paguemos en precio de las dádivas regalándole nueve horas periódicas a trabajos insípidos que permitan llenar el frigorífico.
Y mientras todo ocurre, solo
quiéreme,
del fondo de tu útero saquemos unos cuantos hijos pálidos, bauticémoslos con nombres de apóstoles, llenémoslos de amor y contagiémoslos con nuestra lóbrega tristeza crónica. Apuntémoslos a clases de música de mímica y de álgebra, y démosles zapatos ortopédicos, aparatos dentales costosísimos, fórmulas matemáticas y complejos edípicos que llenen el diván de los psicólogos.
Releguemos nuestro ritual erótico a la noches del sábado cuando ellos salgan véstidos de góticos a ponerse pletóricos ciegos de barbitúricos. Paguémosles las tasas académicas a los viajes a Ámsterdam. Dejemos que presenten a sus cónyuges y al final, entreguémoslos para que los devoren las mandíbulas de este mundo famélico.
Y ya sin ellos
quiéreme
a lo largo de apuros económicos y de exámenes médicos, mientras que nos vovemos antiestéticos más cínicos, sarcásticos, nos aplaste el sentido del ridículo y nos comen los cánceres y úlceras. Quiéreme aunque nos quedemos sin diálogo Y te pongan histérica mis hábitos. Enfádate, golpéame, hasta grítame y como única válvula catártica desahógate en relaciones adúlteras con amantes más jóvenes y regresa entre lágrimas y súplicas perjurándome que aún sigues amándome.
Y yo contestaré tan solo quiéreme. Quiéreme aunque te premie salpicándote en escándalos cíclicos y te insulte, y te haga sentir minúscula y me pase humillándote y me haya vuelto un sátrapa que roza cada día el coma etílico y me haya vuelto politoxicómano y me conozcan ya en cada prostíbulo.
Continúa queriéndome mientras pasan espídicas las décadas y nos envuelve el tiempo maquiavélico en un líquido amniótico que borre el odio que arde en nuestros glóbulos y nos arroje al hospital geriátrico a compartir habitación minúscula inválidos, mirándonos sin más fuerza ni diálogo que el eco de nuestras vacías cáscaras.
Quiéreme para que pueda decirte cuando vea la sombra de mi lápida Y antes de que venga y cierre la mano de la muerte mis párpados:
“Ojalá, ojalá como dijo aquel filósofo el tiempo sea cíclico y volvamos de nuevo reencarnándonos en dos vidas idénticas, y cuando en el umbral redescubierto de una noche de miércoles pretérita tras chocarme contigo girándote, me digas: "Uy, perdóname" le ruego que permita el dios auténtico que recuerde en un segundo epifánico cómo será el futuro de este cántico cómo irán nuestras flores corrompiéndose cómo acabaré odiándote cómo destrozarás cuanto fue insólito en este ser, cómo la vida empírica nos tornará en autómatas patéticos hasta llevarnos a la justa antípoda de nuestro sueño idílico."
"Y sabiendo todo esto, anticipándolo pueda mirarte directo a los ojos y conociéndolo muy bien. Sabiendo el devenir de futuras esdrújulas destrozando en un pisotón mi brújula
Este blog comeza cun nombramento á cantautora Adriana Moragues e a súa canción "Aún así vuelvo a amar" para procurar expresar e demostrar, xunto cas demais publicacións, que o amor é unha das bases da poesía, unha das súas maiores inspiracións, dende que seu deu a luz este arte ata a máis próxima actualidade.
Como ben expresa a propia autora, esta canción fala das dúas partes abstractas do amor: o medo e a ilusión a amar. Chega á nosa mente como un empurrón para subir o chanzo que precisamos todas as persoas despois de sufrir para recobrar a ilusión polo amor, polas boas sensacións. Fainos, seica, reflexionar sobre que ó largo da vida imos sufrir, mais tamén imos gañar das derrotas e saír adiante.
- Buscade a vitoria na derrota, o pracer na oscuridade.